17.3.08

Semana Santa de Málaga: Lunes Santo

El Lunes Santo comienza en Málaga con una misa a los pies de San Pablo: la Misa del Alba del Señor de Málaga, ante el que se agolpan miles de personas para recibir sus gracias un año más. El cielo amanece despejado, sin que una sola nube turbe su habitual azul, que a veces parece querer llegar a confundirse con el mar. El Señor de Málaga comienza su andadura por las calles aledañas de su feligresía, por el barrio de la Trinidad, con dirección al Hospital Civil, donde los enfermos se consolarán al ver que el Rey de Reyes, el Señor de Málaga, ha acudido ante ellos para consolarles de sus males y sanarlos de sus dolencias. Y junto a Él, la Virgen trinitaria, la Señora de la Trinidad...

Por la tarde, es la Hermandad de la Crucifixión la que abre la veda para que los primeros acordes y las marchas procesionales inunden las calles de Málaga. Un Cristo dialogante que, desde la Cruz, parece querer transmitirnos, a través de una muda conversación, todo lo que pasa por su mente en ese momento. El dolor, el amor... Todo parece acumularse en una mirada que no deja a nadie indiferente al cruzarse con este crucificado que salió de las gubias de Bonilla: el Cristo de la Crucifixión.


Y tras él, Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad (obra de Dubé de Luque), una Virgen que viene desde la Iglesia del Buen Pastor, cercana a la feligresía de Capuchinos. Una Virgen que supuso la piedra angular de la cofradía allá por los años ochenta y en la que se apoyaron miles de fieles para labrar un sueño que, a día de hoy, sigue creciendo. Prueba de ello, es el patrimonio que ha acumulado esta joven hermandad (no tiene mucho más de veinte años de existencia) en tan corto período de tiempo; este año, la mejor prueba es el trono de la Virgen.



Tras ellos, llega el arranque, el cante, las palmas... Un Cristo moreno que es seguido por todo un pueblo que, lejos de demostrar su fe por medio de los rezos, lo hace por medio de las canciones, del baile... Es el Señor atado a la Columna, el Cristo de los Gitanos que tallara Vargas Cortés, como si a través de Él quisiera reflejar la belleza racial de su pueblo. Un pueblo perseguido y a veces vituperado, lo mismo que Cristo. Pero, su belleza y su serenidad ante el dolor, son la prueba más fehaciente de que nunca hay que rendirse.


Pero no sólo hay cantes para "el Moreno": también los hay para "la Morena", para María Santísima de la O, que, con la tez morena humedecida por las lágrimas, es piropeada igualmente por los hijos de la raza. Decirle "guapa", es poco: hay que cantarle, hay que bailarle, hay que aplaudirla... Con los Gitanos, la calle se llena de música, de alegría... Son ellos, son la Cofradía de los Gitanos, otra forma de ver la Semana Santa.



Mientras tanto, en la Catedral, la cofradía de la Pasión comienza a enfilar el patio de los Naranjos con la intención de realizar estación de penitencia en el principal templo de la capital de la Costa del Sol. Una cofradía caracterizada por su austeridad, por su buen hacer y por la belleza y fuerza de las tallas que procesiona. El Nazareno de la Pasión, obra de Ortega Bru, presenta una notable fuerza expresiva en sus rasgos faciales y parece que va a empezar a andar en cualquier momento, tal como muestran las articulaciones que el imaginero plasmó en unos pies fuertes, que pisan con decisión el suelo. Ni siquiera el Cireneo puede enturbiar esa fuerza que emana de la figura del Nazareno.

Y tampoco puede ocultar la belleza de María Santísima del Amor Doloroso, cotitular de la cofradía y una de las pocas dolorosas del panorama cofrade malagueño que aún conserva ambas manos unidas sobre el pecho, en actitud de rezo, o en actitud de un gesto de profundo dolor, que nos muestra el supremo patetismo de la que hace gala esta bella imagen del siglo XVIII (atribuida a actualmente a Asensio de la Cerda).



En ese instante, efectúa su salida desde su Casa Hermandad, situada en Calle Alcazabilla, a los pies de la Alcazaba, la Cofradía del Santísimo Cristo Coronado de Espinas, la cofradía de los Estudiantes. Cristo acaba de ser coronado con la tiara del oprobio y de los hombres, pero Él se limita a mirar con benevolencia a aquellos que lo miran con curiosidad, con tristeza y con amor; en sus ojos verdes, todo un océano de ternura; tan sólo se escucha el ondear de la clámide y un himno: el "Gaudeamus Igitur", el himno de los estudiantes.




Tras Él, la Virgen Niña, Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, una Dolorosa para quién las lágrimas se han acabado, pero cuyo dolor sigue existiendo en su interior.



Por el Puente de Santo Domingo, comienza su recorrido la cofradía de Dolores del Puente. Cristo arroja su Perdón sobre la ciudad de Málaga, al tiempo que consuela al buen ladrón, a quien le asegura que hoy estará a su lado en el Paraíso tantas veces por todos nosotros soñado. Mientras, Gestas, que no se arrepiente, vuelve la cara y de sus labios brotan palabras que parecen ser escupidas. En algún momento, pienso: "Yo también quiero parecerme al buen ladrón, para saber arrepentirme de mis males y poder estar junto a ti en el Paraíso, Cristo del Perdón".

Tras su estela, Nuestra Señora de los Dolores del Puente. Aquella que siempre nos espera atras las rejas para escuchar nuestras penas y oraciones dedicadas a Ella. ¿Quién no se ha acercado en algún momento más complicado a susurrarle peticiones que siempre escuchaba? ¿Cuántas lagrimas ha visto derramar? Por eso, hoy pido: "Paso a la Virgen de los Dolores. ¡La del Puente!"


Y llega el momento en que, sobre el Puente de la Aurora, una túnica blanca comienza a mecerse. Los Regulares lo escoltan, sus cánticos lo acompañan. Siguiéndole, miles de promesas que se citan año tras año para acompañarle en su recorrido por las calles de Málaga; no está sólo, pues toda Málaga está en con El para acompañarle en su largo camino. Es el Señor de la Túnica Blanca, el Señor de Málaga, Nuestro Padre Jesús Cautivo... No hay palabras para expresar lo que Él representa...



Dicen que cuando la Virgen de la Trinidad regresa a su Tempo, trae una lágrima más en sus ojos por ver cómo está su barrio. Por ella no pasan los años, pues seguirá rogando por las miles de promesas que avanzan en la noche acompañando a su Hijo, por los que pueblan su barrio de la Trinidad. Por Málaga...






2 comentarios:

Diego dijo...

El lunes santo yo estuve con los zamoranos y se quedaron un poco locos con nuestras costumbres en estos días:

- Que la gente aplaudiera a los tronos (los "pasos" para ellos).
- Mucho más raro el que la gente gritara enfervorecida.
- Que cada procesión llevara sólo uno o dos tronos.
- Las bolas de cera de los niños, que no las habían visto nunca.
- Los puestecillos que venden chuches, tambores y trompetas(ambos instrumentos del demonio), mientras que ellos sólo tienen garrapiñadas xD
- Lo sucia que estaba la calle.
- Los puestos de papas asadas (en Zamora no había showarmas hasta hace un par de años).
- Y sobre todo "la pechá" de gente.

Me pusieron más de una vez en un apuro XD

Cheto dijo...

Sí, la verdad es que tenemos una Semana Santa peculiar :P

Estoy muy de acuerdo en que los tambores y trompetas de juguete son instrumentos del demonio XD un año tenían que vender en los puestecillos también porras para que pudiéramos ir dándole un porrazo a cada niño que vaya dando por saco con el instrumentito correspondiete, así que ... ¡a recoger firmas pro-porra! XD (por cierto, el de los barquillos de canela también se llevaría un porrazo weno :P)