23.4.07

Los 21 Guerreros: Cuento 8

El 8º en caer, y ya quedaban menos...

Aquella oración finalizaría el ritual por los caídos. El Padre Leetinger, capellán de los ejércitos del general Arghem, se había ofrecido a celebrar esta ceremonia, con la cual bendeciría las almas de los soldados que habían perdido la vida en la batalla por las tierras de Valdher, en la que habían resultado vencedores. Gracias a su experiencia, pudo conseguir una atmósfera de veneración y respeto que cualquier otro hombre religioso hubiera deseado: eran muchos los años que había trabajado en el ejército y sabía cómo poner en cintura a estos hombres.

Al acabar la oración, fue bendiciendo uno a uno a todos los supervivientes. Llegó entonces hasta el hijo del general Arghem, un prometedor muchacho que se estaba formando en el manejo de la espada. Tras ser bendecido se acercó al oído del capellán y le susurró una petición: al parecer el chico quería contraer matrimonio esta misma noche, en intimidad. El Padre Leetinger no mostró problemas y le preguntó al joven si la afortunada se encontraba entre sus filas. El joven, tras titubear unos instantes, sonrió y dijo que sí. Ambos se separaron y el capellán siguió bendiciendo. Horas después el Padre llegó al punto acordado y esperó a la feliz pareja. No tardó mucho en aparecer el joven con otro soldado junto a él, seguramente uno de los testigos que eran necesarios. El muchacho hizo las presentaciones y cuál fue la sorpresa del sacerdote al descubrir que el otro soldado era en realidad la pareja del hijo del general. Se sobresaltó considerablemente, ya que sus creencias no aprobaban este tipo de enlaces. El joven advirtió esta preocupación y suplicó al párroco que les uniera en matrimonio. Leetinger se negó una vez más, por lo que el joven, en actitud agresiva, amenazó al religioso con comunicárselo a su padre, el general, para que fuera él quien decidiera. Leetinger no tuvo más elección que celebrar la ceremonia y unir a tan peculiar pareja en sagrado matrimonio. Cuando ésta terminó, la feliz pareja se fue a celebrar el enlace a su alcoba, y el Padre Leetinger, que había contradicho todos sus principios recogió sus cosas y abandonó el campamento, esperando encontrar algún otro que se acomodara a su ideología.

El Padre Leetinger fue el octavo en caer, y cada vez quedaban menos...

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