2.4.07

Los 21 Guerreros: Cuento 6

El 6º en caer, y ya quedaban menos...

Tras 10 años en el ejército, Blob sabía si la noche iba a ser movidita. Y hoy era uno de esos días. La victoria en las tierras de Valdher auguraba una gran celebración, de cuyo éxito él era el máximo responsable, ya que era el cocinero. Su maestría había llegado a ser conocida en todas las divisiones del ejército, que se rifaban sus servicios en cada batalla.

Esa noche, tras reunir casi 50 piezas de ganado entre corderos, terneras y cerdos, preparó su tienda para iniciar el banquete. En cuanto los soldados terminaron el ritual por los caídos, llegaron hambrientos y sin ganas de perder el tiempo con palabrerías. Y así comenzó el festival: platos que iban y venían, vino que corría a mansalva, risas y bailes que se escurrían entre copiosas bandejas, repletas de carne. El banquete estaba siendo un éxito. Su forma de cortar y preparar la carne distinguían los platos de Blob del de cualquier otro cocinero. Bien entrada la noche Blob escuchó un ruido tras de sí, en su tienda. Al darse la vuelta vio que era un perro que llevaba algo en la boca. Con asco, el cocinero se percató de que era un brazo humano, presumiblemente de algún guerrero caído en la batalla. Repugnado, dio una patada en pleno costado del perro, que huyó dolorido. Blob recogió el brazo que había soltado el animal, con la intención de hacerlo desaparecer lo más prontamente posible. Pero algo ocurrió. Dos corpulentos soldados entraron en su tienda con el fin de felicitar la labor del cocinero. Horrorizados vieron cómo éste sostenía un brazo humano, posiblemente de uno de sus compañeros muertos. A Blob no le dio tiempo a dar explicaciones, ya que los soldados interpretaron que ése era el manjar por el que habían estado a punto de felicitarle. Por esta pequeña coincidencia Blob fue molido a golpes, tras lo cual sirvió de alimento para las bestias de aquellos bosques.

Blob fue el sexto en caer, y cada vez quedaban menos...

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